jueves, 8 de enero de 2009

ESCEPTICISMO SALUDABLE

La semana pasada leí en un periódico una entrevista a un especialista en animación, Will Vinton, en la que manifestaba: “No tardé en desarrollar un saludable escepticismo acerca del género documental. Creía que, en el fondo, siempre se trata de contar una mentira, de presentar tu punto de vista como un hecho”. Las dos acepciones de documental, según la Real Academia Española, son: “1. Que se funda en documentos o se refiere aellos, y 2. Dicho de una película que representa, con carácter informativo o didáctico, hechos, escenas, experimentos, etc, tomados de la realidad”. O sea, una sucesión de imágenes en movimiento verídicas. El único requisito para ver es observar y hacer las preguntas adecuadas.

El deber de todo informador es ser lo más objetivo posible. El significado de objetivo, es: “perteneciente o relativo al objeto en sí mismo, con independencia de la propia manera de pensar o desentir. Desinteresado, desapasionado”, frente a subjetivo: “perteneciente o relativo al sujeto, considerado en oposición al mundo externo. Relativo a nuestro modo de pensar o de sentir, y no al objeto en sí mismo”.

Recuerdo a una profesora de la facultad de Ciencias de la Información que reiteraba que, ante la imposibilidad de alcanzar la objetividad plena, un imposible, (ya que todo informador tiene una intención, debe seleccionar hechos, fuentes, declaraciones, lo que implica desechar, matizar, titular su trabajo) se debía tender hacia una honesta subjetividad. Nosotros, como equipo, hemos intentado ser lo más objetivos posible, hemos intentado ser honestos y tratar el fenómeno de la inmigración lo más fielmente que hemos podido (Clandestinos: fronteras en el mar). Nadie es perfecto. Frente a posibles fallos, nuestra intención siempre fue dirigida a informar, denunciar y sensibilizar, nunca a mentir o a manipular.

No estoy de acuerdo con el animador en que los documentales sean una mentira, aunque puedan serlo, intencionadamente; en cambio estoy totalmente a favor de desarrollar, como propone, un escepticismo “saludable” hacia todo lo que nos condiciona, hacia todas las fuerzas que nos influyen. Al hablar de escepticismo “saludable” no hablo de desconfianza porque sí, sino de una duda razonable respecto a todo lo que nos intentan vender. Se trata de una lucha contra la pasividad, el interés deshonesto o el egoísmo desmesurado que nos conduce a la ceguera. Propongo un estado de conciencia que nos haga más curiosos, más perfectos, más eficaces, más humanos. Han oído bien, más humanos. El hombre ya no debería ser un lobo para el hombre.

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